Lo mismo ocurrió con Ángeles y Andrés, los padres de Marcos. Pero hay una gran coincidencia que hizo que el destino de ambos se cruzara: Miguel y Ángeles formaron una nueva pareja. Así fue como ambos se conocieron en la infancia y la suya fue una historia de odio a primera vista: se llevaron mal desde el principio. Pasaron los años y la vida vuelve a cruzarlos por otra vuelta del destino. Miguel y Ángeles mueren en un accidente de auto. Abril y Marcos son citados al despacho del abogado en calidad de herederos para la lectura del testamento, volviéndose a encontrar luego de varios años. Durante esa reunión con el abogado se enteran de que ambos han heredado el departamento en el cual vivían Miguel y Ángeles. El abogado les aclara que por un problema legal el departamento nunca ha podido ser escriturado, por lo tanto, el inmueble no se puede vender.
Como consecuencia, Abril y Marcos se mudan al departamento que pertenecía a sus padres. Esta convivencia obligada no es nada fácil. Se trata de dos personas con personalidades e intereses completamente diferentes, con un pasado en común nada agradable y con conflictos propios aún por resolver. Sin embargo, más allá de esas aparentes ‘diferencias irreconciliables’, se adivina una atracción irresistible entre ambos. El departamento se convertirá en el escenario donde ambos tendrán la posibilidad de encontrarse no sólo a sí mismos y al otro, sino también de recuperar la historia pasada.
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